Se dice
que todo cristiano tiene que ir como mínimo una vez en su vida a Tierra Santa
(Israel) para pisar y vivir los mismos lugares donde vivió Jesús, en su paso
por la tierra. Yo
fui, y escribí lo que sentí en este blog y en otras webs. Fue en el 2011 y mi
corazón no ha dejado de tirarme hacia allí. Tanto cuando oyes o cuando lees el
Evangelio, cerrando los ojos, sientes la vibración de aquellos lugares, las
voces, los olores, el calor, el polvo rojo del aire si viene del desierto, el
agua fresca del lago Genesaret… El dolor del calvario, las espinas de aquel árbol
que se prestó para hacer la corona de Cristo… Allí me volvería de nuevo. Sin
embargo hay que planificar la economía familiar sin desbaratar nada y parece
que en este año 2014, el panorama se nos ofrece para ir a Madrid a la
beatificación de Álvaro del Portillo el próximo 27 de septiembre de 2014, o a
Roma el 27 de abril de 2014 para la canonización de los papas Juan XXIII y Juan
Pablo II, mi amado papa, el de mi conversión y de la conversión de tantos como
yo.
El
Venerable siervo de Dios, D. Álvaro del Portillo, sucesor del fundador del Opus
Dei, san Josemaria Escrivá, celebró su última misa en Jerusalén. A las pocas
horas emprendió su viaje de vuelta a Roma, y murió. San Josemaria lo llamaba Saxum, es decir roca, por su fidelidad a Dios, a la Iglesia, al Papa y a la Obra. Desde entonces o,
incluso antes, se ha trabajado activamente en
el desarrollo y la implantación de un centro de formación y de acogida
al peregrino a 15 kms. de Jerusalén, hacia el norte. Este proyecto se llama Saxum, el cual contará, además, con un edificio para retiros y convivencias, y una
escuela de formación de guías católicos en Tierra Santa, todo ello es y será un
punto de referencia de largo alcance para todos los peregrinos que vayan a
Tierra Santa.