Nuestro
amigo Fernando Sánchez Marcos murió en la madrugada del 4 de julio de 2020,
después de sufrir siete años de una enfermedad tumoral que llevó con heroicidad
y serenidad. Su esposa, mi querida amiga Pilar, ha estado una pieza angular en
el sufrimiento de cada tratamiento, viviéndolo con entereza y esperanza en la
paz de Dios junto a su esposo, el apoyo de sus dos hijos varones, incondicional
en todo momento.
El
funeral católico ha sido muy entrañable. La iglesia se ha llenado
verdaderamente de amigos y familiares. La viuda nos ha regalado muchas sonrisas
de agradecimiento por nuestra presencia. Los hijos, al final de la celebración
eucarística, han hablado de su padre ¡tan bonito! que ya quisiéramos muchos que
nos mereciéramos al morir, aunque sea una cuarta parte de lo que han referido
de Fernando. El coro de voces femeninas, acompañado del organista, parecía que
en su lugar cantasen los ángeles custodios que estaban con nosotros.
Se
ha dicho de Fernando que le gustaba mucho viajar por el mundo con su familia,
de congresos o con sus amigos. Recuerdo especialmente el viaje que hicimos con
ellos a Normandía. Mi marido, muy amigo de Fernando, y él vivieron
intensamente, durante una semana, todos los hechos ocurridos en aquella región aludiendo
al Desembarco de las tropas aliadas durante la II Guerra Mundial del siglo
pasado. ¡Qué buenos recuerdos aquellos! Y tantas otras celebraciones, excursiones,
romerías, almuerzos y cenas en su casa, siempre llenas de un gran sabor de
conocimiento y de respeto a la diversidad y a la globalidad, pero si dejar de
seguir el camino arduo que nos señala Jesucristo.
Fernando,
lo recordaremos todo y estaremos muy muy cerca de Pilar.