Una de las lecturas del Evangelio de esta semana corresponde a San Mateo 23, 27-32, y dice:
“En
aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y
fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por
fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre!
Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de
hipocresía y de maldad.
¡Ay
de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les construyen sepulcros a
los profetas y adornan las tumbas de los justos, y dicen: ‘Si hubiéramos vivido
en tiempo de nuestros padres, ¡nosotros no habríamos sido cómplices de ellos en
el asesinato de los profetas’! Con esto ustedes están reconociendo que son
hijos de los asesinos de los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus
padres comenzaron!”
En la sabiduría popular se diría “Las apariencias engañan”.
Así
que tanto en lo divino como en lo simplemente popular e incluso pagano se
aborrece la hipocresía, es decir, aparentar lo que no se es. Hoy en día se le
dice a tal y cual que es un “gili no sé cuántos”.
La
coherencia es una de las mejores virtudes de la persona, ser creíble, hacer lo
que toca y estar donde se debe. Que no demos pie a que se nos diga a los
cristianos de Cristo Resucitado que no somos de fiar, que somos ladinos, que
somos unos interesados y unos hipócritas. Si eso pasa, lo mejor es pedir perdón
y desear la misericordia divina.
No
obstante, las cosas materiales, nos ofrecen confusión con sus ruidos. En
ocasiones oímos un ruido en casa y pensamos… ¿Nos habrán entrado? Pues no,
resulta que es el ruido del parqué que hace ¡crack! Cuando empieza el frío. Quizá
hemos oído agua y pensamos que está lloviendo a cántaros y resulta que es el
grifo del lavado que sigue abierto con el tapón puesto y toda el agua va vertiendo
como una cascada.
Y
si no te has convencido, clica el siguiente YouTube y lo oyes con los ojos
cerrados y pensarás que las tormentas anunciadas para las próximas horas se han
adelantado.