A siete días vista del inicio de la guerra de Hamás contra Israel, seguimos estupefactos por los ataques de Hamás sobre territorio de Israel y ciudadanos judíos de todo el mundo. Las masacres propias de todas las guerras se repiten con gran crudeza sobre enemigos indefensos como hemos visto y leído en los medios de comunicación. El mundo no musulmán está en alerta porque en cualquier lugar, dice Hamás, atacará a judíos y a todos los infieles, es decir, no solo los cristianos y de otras religiones sino todos aquellos que no sean musulmanes.
Hay
que saber que Hamás es una organización política y paramilitar palestina que se
declara yihadista, nacionalista e islamista. En
su carta fundacional, publicada el 18 de agosto de 1988, Hamás realiza una
serie de acusaciones y advertencias contra Israel en particular y contra los
judíos en general que han sido calificadas como antisemitas por distintos
medios de comunicación. Presentó su programa político en las elecciones de 2006
y ganó por mayoría absoluta.
Por
ello, no es de extrañar que con el poder que da una mayoría absoluta y con una
carta fundacional que se extiende largamente en un odio cerval a los judíos,
más las ayudas de Irán, entre otros, se hayan producido las masacres que hemos
conocido.
Y
aquí el Gobierno Israelí, aparentemente tan bien preparado en tecnología y en
armas, se le ha colado el enemigo lanzándole bombas utilizando el acero de los
conductos de agua que se habían construido con dinero de la Unión Europea en
ayudas a la Autoridad Palestina, entre otras sorpresas que los propios
servicios informativos israelís están explicando.
Lo
sabremos todo. Hasta el número de calzado que llevaba cada judío asesinado. Ampliarán
el Museo del Holocausto cercano a Jerusalén donde constan millones de miles de
datos de todos los judíos, especialmente los masacrados impunemente.
He tenido ocasión de ir a Israel en dos ocasiones a visitar los lugares santos de la vida de Nuestro Señor Jesucristo. En todos esos viajes hemos visitado dicho museo, los kibutz, la gente tan diversa, sus costumbres, cómo rezan y cómo conviven. Así como los territorios de la Autoridad Palestina, donde pudimos visitar Belén y Jericó. Por el camino uno se sobrecoge al seguir por una carretera donde todavía existen campos de minas antipersonas, que se van limpiando y en su lugar van plantando palmeras que dan el fruto de esos deliciosos dátiles grandes como nuestros nísperos. También la militarización del país, pues Israel está siempre en pie de guerra. Por eso ahora ha respondido tan rápido, como nación e individualmente, cada ciudadano.
Y
todos, tienen un denominador común: creen en la familia porque la mujer tiene
una fuerza evidente. Las musulmanas yihadistas declaran querer tener 10
hijos, uno para ellas y nueve para la revolución. Los judíos tienen familias
numerosas, en Israel y en el resto del mundo. Y la raíz, el bien, está en que para
ser judío la madre ha de serlo antes.
Muy
a pesar de ello, la masacre ha comenzado con los indefensos, los bebés, los
ancianos, las familias, para que el dolor de los judíos sea más profundo. Así
que no entiendo, no comprendo, esos alaridos de esas mujeres de la Franja de Gaza
que viven bajo las directivas del Partido Político Hamás, creado en 1988, y al que
de forma absoluta han elegido sus habitantes.
Es
lamentable, horroroso. Pero está muy clara la Carta Fundacional de Hamás,
destruir al pueblo judío y a Israel.