17 junio 2020

Los dramas cotidianos


Una vez más, el Cine nos lleva a vivir la tragedia del día a día, esa vida cotidiana, llena de todo lo que queráis. Y en ocasiones, te sientes de tal manera que aguantas hasta el final del film, pues quieres comprobar si el guionista ha tramado un final coherente con la realidad, de lo contrario preferirías una historia de princesas que ya sabes cómo acaba.

La sinopsis de “Salvar o morir” (Francia, 2018) refiere unos hechos reales de un bombero que vive en París. Durante la intervención en un incendio, arriesga su vida por salvar a sus compañeros. Cuando se despierta del coma en un centro de tratamiento de quemados, se da cuenta de las graves consecuencias de su accidente. Tendrá que aprender a vivir con las secuelas, a aceptarse y a ser ayudado. En esta historia, es una pieza muy importante su esposa y sus dos hijas, también su madre y hermanos, es decir la familia. Ambos son jóvenes, con una vida de amor y proyectos por delante, pero todo se rompe. El presente parece una pesadilla y el futuro inexistente.

¿Cuántas veces habéis oído, leído, vivido una historia así? Un accidente de cualquier tipo u origen, una enfermedad grave, o esta misma pandemia de la Covid19 que ha destruido puestos de trabajo, matrimonios, familias, proyectos, negocios, empresas, estudios, etc. Pues este es el drama de la película en la que parece que seas uno más de la familia.

Ahora, fuera del film, hay que seguir o volver a empezar de otra manera. Ha sido un antes del 14 de marzo de 2020, cuando se declaró el Estado de Alarma en nuestro país y similares emergencias en el resto de Europa. El después es incierto e inseguro, pero no hay que desfallecer, es la nueva posguerra que nos toca vivir.



04 junio 2020

En el dominio de nosotras mismas


Los ¡Vivas! al ocho de marzo que estos días jalean los políticos en busca de responsables por no haber declarado el Estado de Alarma quince días antes de aquellas manifestaciones y asambleas multitudinarias, nos trae a colación, nuevamente, aquellas reivindicaciones feministas y/o feminazis, que lo más bonito que se ensalza del hombre es que se le cuelgue de un palo y jadee hasta la muerte. Vamos mal si lo que queremos es un futuro con hombres eunucos y niños a la carta.

¡Tantos siglos y siglos que hace que la mujer trabaja! Que para mi es una vergüenza que se siga con esa cantarela, también es una vergüenza que se cante que la mujer quiere llegar a casa sola y borracha y que no le pase nada. Mal vamos, si esa mujer que está que se cae, no tenga amigas que la cuiden y la lleven a casa sin peligro, pues hay más peligros que un criminal que la viole. Pues no todos los hombres son criminales y violadores.

Tanto ellos como nosotras, no debemos darle al cuerpo todo lo que pide. Por poner ejemplos de moda: ingerir bebidas alcohólicas hasta medir un cólico hepático, ejercitar la sexualidad sin dominio de si, consumir drogas para perder el sentido de la realidad, comer hasta saciarse, perder la virginidad en una carrera entre amigas, consumir medicación anticonceptiva para poder follar más, tener un amante para experimentar qué pasa, o cuando te van a descubrir ¿Esto es la libertad de la mujer? 


La mujer, a cualquier edad, puede desorientarse y equivocarse de la dirección de lo que es bueno. Nadie de nosotras está exenta de esas tentaciones, por ello nos hemos de educar en el dominio de nosotras mismas, esta es nuestra libertad, siempre con la ayuda de Nuestra Madre la Virgen Santísima, pues si pretendemos ir solas por este camino, no lo conseguiremos.

Después de esta reflexión, podéis clicar en unos de esos vídeos recurrentes del pasado 8 de marzo de 2020 en el que llegados a este punto habremos de pedir perdón a los hombres por la constante criminalización que les hacen muchísimas mujeres. No es contrapuesto a eso de llegar a casa sola y borracha, pero es otro punto de vista, tal cual y en el ejercicio de la libertad de expresión.





17 mayo 2020

El Cuento Chino de Jackie Chan


En la globalización, el exotismo del Oriente se ha desvanecido. Los manjares de los países más orientales los encontramos a la vuelta de la esquina de nuestra casa, y han dejado de ser manjares para pasar a ser, en algunos casos, repugnantes, porque en nuestra retina se nos ha quedado el guiso de murciélago al curry que contiene el Covid 19 y el cerdo con SARS en caldo. Así que volvemos a la dieta mediterránea, que es de confianza y más sana en todos los sentidos, pero también si cumplimos las normas sanitarias adecuadas para cocinar.

No obstante, hay quien se resiste y nos explica Cuentos Chinos de nunca acabar, llenos de vuelos de ninfas y dragones voladores, y de benefactores que combaten para destruir el mal, el Yin y el Yan para conseguir el equilibrio.

Recuerdo que era común en la conversación de hace cincuenta años, decirle a quien sea que explicase algo inverosímil que aquella historia, noticia o referencia se trataba de un cuento chino porque parecía poco menos que fantasioso.

En este blog creo haber hecho referencia al ballet maravilloso SHEN YU, en cuyos espectáculos se representan cuentos chinos de la época imperial china o creados dentro de imaginaciones asombrosas. Pero lo que ha sido sorprendente, es una de las películas recientes de JACKIE CHAN. Este actor y director chino, de Hong Kong, que nos tiene habituados a películas de buenos y malos, de ladrones y policías, y de grandes acrobacias de artes marciales, en este film se ha traslado a un mundo de fantasías, de colores, de bellezas de cuento, de montañas colgantes, de almas que vagan porque son demonios que no quieren serlo, de amor, mucho amor, y de ¡nunca acabar!, pues cuando tu le ves el fin, el cuento prosigue. Me refiero a EL CABALLERO DE LAS SOMBRAS (2019)

¡No os la perdáis ¡Es para toda la familia, hasta los más pequeños se quedarán absortos!

07 mayo 2020

Desde casa limpiamos el planeta

Nos está sorprendiendo la naturaleza, en estas semanas de confinamiento, cómo ha rebrotado de una manera espectacular. Los que llevan los cálculos y datos nos han dicho que la polución ha bajado en un 60% aproximadamente en nuestro país. En este tiempo, hemos visto como han campado a su aire muchos animales semisalvajes y salvajes por nuestras ciudades y pueblos. Y aunque se haya iniciado la desescalada, en sus diversas fases, muchos desearíamos que esa limpieza del aire se conservase al máximo.

Téngase en cuenta que la polución que generaban los miles de vuelos que despegaban y aterrizaban hasta que se cerró el espacio aéreo, era superior a la de los vehículos a motor de gasolina y gasoil. Por eso el aire está tan limpio y huele todo de otra manera. Esto es muy significativo.

Y es curioso como aquella niña, Gretta se llama, que los medios de comunicación nos la presentaron como la salvadora del planeta, ahora se le ha acabado su discurso pues el planeta se está limpiando, pero no con sus métodos sino con otros, ciertamente extraños, como son la pandemia del Covid19. A los papás de esta niña, que la utilizaron hasta que se escondió, se les ha acabado el negocio.

No obstante, los ciudadanos de a pie, podemos seguir vaciando nuestros hogares de objetos de plástico, adquiriendo, cuando sea necesario, productos elaborados con otros materiales; hemos de seguir limpiando a fondo nuestros hogares, puestos de trabajo, empresas, espacios libres y mantenerlos libres de polvo y miserias. La limpieza es aliada de la salud, propia y ajena. Y la prevención también.

Ahora ya lo sabemos, la naturaleza es muy agradecida a los gestos limpios que hagamos para salvar el planeta, trocito a trocito, empezando por nuestro hogar. De paso, aprovecharemos el tiempo al quedarnos en casa, pues todavía nos queda por practicar un buen tramo de paciencia para poder disfrutar de unas vacaciones de campo y playa.


A modo de apunte, véase en la foto de la Plaza de San Pedro del Vaticano, que hasta hace pocos días se mantenía cerrada al público, cómo han salido las plantas por las ranuras de las grandes piedras que recubren el suelo. Esta curiosidad se la agradecemos a nuestro amigo arqueólogo D. Javier, que vive en Roma, y que ha tenido la amabilidad de enviársela a mi marido.

28 abril 2020

Denunciado por exceso de velocidad



Es conmovedora la empatía que produce siempre la noticia creada a partir de la realidad humana del día a día. Ayer supe como la hija de una amiga mía, desde el primer día del confinamiento, se quedó a vivir en el domicilio de la señora mayor que cuidaba, en lugar de estar en su casa disfrutando de sus hijos y de su madre, que como buena abuela es quién cuida de sus cuatro nietos, una abuela fuerte y ejemplar, como muchas otras. Esto me recordó el caso de los trabajadores de una residencia de mayores que para que nadie se contagiara del Covid19 se quedaron con los residentes, renunciando a estar con sus familias respectivas, pero con el ánimo de proteger a los que hoy son los más débiles, cuando en otros tiempos construyeron nuestro país. 

Así las cosas, y haciendo memoria de vídeos vistos hace bastantes meses, rebusqué en mis archivos digitales y encontré un caso, conmovedor también, de un hombre muy mayor que, a pesar de sus años y sus pesares, cuida de su hijo. Fue denunciado por exceso de velocidad en zona escolar.

Te invito a que hagas un clik, son dos minutos.


  

16 abril 2020

Bueno es, seguimos juntos


En estos días de confinamiento, hemos celebrado mi marido y yo un nuevo aniversario de boda, una nueva afirmación de nuestro compromiso dado, en aquel año en el que el referéndum nacional aprobara la Constitución en España, en aquel año en el que la Iglesia tuvo tres Papas, San Pablo VI, Juan Pablo I y San Juan Pablo II, un año de muchos cambios en nuestro país, en la Iglesia y en nosotros también. Y todo ha seguido cambiando. Es el ciclo de la historia y de la vida.


Los avatares que siempre hay en todas las familias, a buen tiempo o con marea, se han ido superando, rezando y pidiendo gracias a Dios para ello. Como siempre se dice, y es cierto, no es fácil, pero si existe amor hondo en cada uno de los dos, se puede ir superando todo. Muchos matrimonios lo saben, otros creen que lo saben y otros se rompen para siempre. Y no hay que darle más vueltas. Nadie es perfecto, pues lo es sólo Dios.

Y ahí vamos, recordando qué hicimos en esta misma fecha el año pasado y otros muchos, y el resumen es que seguimos juntos.

Así que en estos días de pandemia podemos los matrimonios ahondar en temas en los que no hayamos tenido valor o tiempo para platicarlos. Pero, por favor, que de nuestras bocas salgan muchos corazoncitos y ningún dardo envenenado. Pues para planificar viajes y vacaciones siempre estaremos a tiempo, las ganas son sobradas.

Qué hacemos en tiempos de pandemia



La calle donde vivo es peatonal. Antes del confinamiento era un paseo donde transitaba mucha gente, arriba en dirección montaña, abajo en dirección el mar, como una rambla. Tanto bullicio convocaba a llenar las terracitas, las cafeterías, las tiendas de ropa, de telefonía, de alimentación, farmacias, etc. Ahora en este barrio se cumple el confinamiento, no obstante, a modo personal. Hay quién saca a pasear al perro cuando aplaudimos a las 8 de la tarde, se sienta en un banco y pasa un ratito de ruido y música que rompen la monotonía del silencio. O se lía un cigarrillo delante de la persiana de un local cerrado, medio a escondidas, se lo fuma, y está un breve tiempo sin que nadie le moleste. O el típico ciudadano comprando a todas horas, o bajando la basura como está mandado. Todo dentro de la normalidad, contemplándolo desde mi ventana y haciendo lo propio.

Nadie denuncia. Hay que ponerse en la piel de cada uno. Pues para otras cosas y altercados ya están los policías.

Pero se dio el caso que el otro día, llovió. Fue insólito. Por lo visto los perros no precisaban salir a la calle ni a orinar ¡tan siquiera! No vi un perro, ni dos ni tres. Las colas del supermercado y la tienda de congelados, que suelen ser largas, eran inexistentes. La quiosquera, bajó la persiana. Tiempo desapacible. Así que se produjo un confinamiento pluscuamperfecto, como en pleno ferragosto a la hora más alta de sol, que ni los perros salen a pasear pues se le quemarían las plantas de sus patitas.


Al lado de la tienda de congelados, haciendo esquina con otra calle peatonal abierta recientemente, tenemos un comercio de ropa de casa. La que lo regenta, desde hace muchos años, se llama María Ángeles. No puede abrir su modus vivendi porque de momento estos comercios no están en la lista de la desescalada del confinamiento. Sin embargo, María Ángeles se ha puesto a coser y coser y ha elaborado, a su cargo, mil seiscientas mascarillas de ropa de algodón con goma blanca y las regala a quien le pide, vecinos o transeúntes anónimos, una mascarilla por persona que tiene que salir a la calle. A mí también me regaló mascarillas para mí y mi familia, y no me quiso cobrar de ninguna de las maneras. ¡¡Gracias!!

Hemos visto en los medios de comunicación e Internet muchas noticias parecidas a esta, pues la generosidad es abundante en tiempos difíciles y cada uno hace lo que sabe, además llena más el corazón dar que recibir. Por estas personas generosas, también seguimos aplaudiendo desde nuestras ventanas cada día. 

Y sin desfallecer, que va quedando menos.

Tengamos la alegría que nos infunde el Espíritu Santo, la cual no se trata de un subidón de emociones, sino de un gozo interior en esta Pascua de Resurrección.